El entorno en el que actúa un administrador, patrono, etc. es cada vez más complicado: los accionistas y socios más exigentes, los deberes inherentes al cargo más estrictos, aumentan los riesgos asociados a la globalización, se endurecen las normas de gobierno corporativo…
La complejidad, la dificultad de las decisiones y la gestión del Administrador son objeto de análisis por todas las partes interesadas: accionistas, socios, empleados, clientes, proveedores…Cualquier administrador, ya sea ejecutivo o no ejecutivo, de hecho o derecho, puede exponerse a responsabilidades civiles o penales relacionadas, entre otras, con: Falta de supervisión, mala gestión del patrimonio de la entidad, competencia desleal, mala decisión en la adquisición o venta de activos, fusiones y Adquisiciones…
Por todo ello, y hoy más que nunca, los administradores y directivos se enfrentan a una mayor probabilidad de sufrir una reclamación o una investigación como consecuencia de sus acciones o decisiones, a las que tienen que hacer frente con su propio patrimonio.
Adquisiciones, contratos, nuevos socios, expansión a otros mercados, cambios accionariales, problemas de sucesión, grandes préstamos/líneas de financiación, cambios de estrategia, diversificación, etc. Todas estas situaciones con las que se encuentra el administrador en su gestión diaria pueden generar reclamaciones en su contra que se materializan en costosos procesos que tienen cada vez mayor frecuencia e intensidad.
La responsabilidad personal del Administrador por los daños a la sociedad, accionistas, socios, clientes, acreedores, empleados, etc., no sólo por sus propios actos, sino que además puede extenderse como legalmente responsable por los actos cometidos por otro miembro del órgano de gobierno si no ha tomado las medidas previstas por la ley para exonerar su responsabilidad.
En esta dinámica empresarial y con el estricto y complejo régimen legal existente, se ha hecho prácticamente imprescindible en los últimos años la contratación de un seguro de responsabilidad civil de administradores y directivos, que proporcione al equipo gestor la protección necesaria en este terreno, permitiendo así a los gestores desempeñar su labor con la tranquilidad de no estar arriesgando en ello su propio patrimonio personal.
Las consecuencias de estas reclamaciones -gastos de defensa o indemnización- pueden ser muy gravosas, y para evitar poner en riesgo su patrimonio personal, todo administrador debería estar protegido por una póliza de Responsabilidad Civil de Administradores y Directivos.
En este sentido, se está convirtiendo en práctica común que los administradores y directivos soliciten a la entidad la contratación de una póliza de seguros de R.C. de Administradores, y del mismo modo en aquellas Entidades sin ánimo de lucro donde los administradores no reciben ningún tipo de remuneración por ejercer su cargo.
Adicionalmente, la póliza se convierte en un incentivo y elemento de peso en la retención o contratación de personal directivo, debido a la importancia significativa que una protección de este tipo tiene sobre el patrimonio personal del mismo.
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